
Happy Christmas
Va de dibujos. Un baúl de los recuerdos y también avance de proyectos. Cristina Castro Santiago
Hay un queso en la mesa. La mesa está en la cocina. La cocina tiene cuatro paredes. En una de las paredes hay un agujero. Por el agujero sale un ratón. El ratón quiere el queso. El ratón sube a la mesa. En la mesa ya no está el queso. En el aire hay un rastro de aroma. El ratón sigue el olor a queso. El ratón sale de la cocina. Hay un pasillo muy largo. El pasillo acaba en una puerta. Por la puerta se sale a la escalera de la calle. El ratón baja las escaleras. Hay una miga de queso. La miga es comida por el ratón en la esquina de un peldaño. Hay un tacón de zapato. El zapato pertenece a un vecino. El vecino está ciego. El tacón sube por la escalera. El zapato se detiene. El vecino se cansa. El aire huele a queso. El ciego jadea. Descansa. El ratón sigue comiendo. El tacón pisa al ratón. El vecino se cae. Por la escalera vuela el zapato. El ratón vuelve a la puerta. La puerta da a un pasillo muy largo. El pasillo acaba en una puerta. La puerta da a la cocina. En la cocina hay una mesa. En la mesa hay un plato. El plato tenía un queso.
─ Pero, hombre de Dios. ¿Qué hace usted ahí tirado en la escalera?. ¿No ve que se podía matar? Menos mal que fui a llevarle un queso a la Eulalia, que sino se tira usted horas despatarrado.
El ciego no quiere un queso. El vecino quiere matar. Hay un palo en su mano. El palo no se mueve. El palo es blanco. El zapato está en la mano. La mano sube los escalones. El zapato es devuelto al pie. El tacón golpea la cabeza. La cabeza tiene una boca. En la boca hay una lengua. La lengua no se mueve.
El aire olía a queso. El ratón quiere comer.
Madrid, a 8 de abril del año de gracia de 1862. El alguacil no sabía que en la cocina había un agujero dónde vivía un ratón que bajó por las escaleras y luego volvió. El culpable fue el tacón pues sin duda alguna se resbaló.
¿Por qué tiembla tu mano cuando se acerca al papel con una pluma cargada de tinta o un pincel cargado del color? Porque desde que pusimos el papel ante nosotros con intención de escribir o de pintar en él, se ha vuelto precioso como el espejo de nuestra alma. ¡Manejad el pincel con soltura y seguridad, he ahí la grande, la única lección!